jueves, 3 de noviembre de 2011

Elegía a la Muerte de un Perro

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La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.

Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.

Y ahora, ¿en qué sueñas?
¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?

¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran...

¡El otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!
Pero allí ¿no tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?

Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre perro,
¿no habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?
La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿no lamerá la mano de mi alma?

¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir los ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca
de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria!

Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!...
¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!
¡Oh, terrible pureza,
inanidad, vacío!

¿No volveré a encontrarte, manso amigo?
¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
Y este recuerdo
¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará, blandiendo en alegría
enhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?

Ese recuerdo,
¿no serás tú, tú mismo,
dueño de ti, viviendo vida eterna?
Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?

Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mí soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.
¿Si supieras, mi perro,
qué triste está tu dios, porque te has muerto?

¡También tu dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos
en mis ojos clavados,
tal vez buscando en éstos el misterio
que te envolvía.
Y tus pupilas tristes
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:
¿Adónde vamos, mi amo?
¿Adónde vamos?

El vivir con el hombre, pobre bestia,
te ha dado acaso un anhelar oscuro
que el lobo no conoce;
¡tal vez cuando acostabas la cabeza
en mi regazo
vagamente soñabas en ser hombre
después de muerto!
¡Ser hombre, pobre bestia!

Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente;
al ver morir tus ojos que me miran,
al ver cristalizarse tu mirada,
antes fluida,
yo también te pregunto: ¿adónde vamos?

¡Ser hombre, pobre perro!
Mira, tu hermano,
ese otro pobre perro,
junto a la tumba de su dios, tendido,
aullando a los cielos,
¡llama a la muerte!

Tú has muerto en mansedumbre,
tú con dulzura,
entregándote a mí en la suprema
sumisión de la vida;
pero él, el que gime
junto a la tumba de su dios, de su amo,
ni morir sabe.

Tú al morir presentías vagamente
vivir en mi memoria,
no morirte del todo,
pero tu pobre hermano
se ve ya muerto en vida,
se ve perdido
y aúlla al cielo suplicando muerte.

Descansa en paz, mi pobre compañero,
descansa en paz; más triste
la suerte de tu dios que no la tuya.
Los dioses lloran,
los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos,
que les miró a los ojos,
y al mirarles así les preguntaba:
¿adónde vamos?
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Don Miguel de Unamuno
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Esta entrada debió haberse publicado ayer, día de difuntos, sobra decir que no soy una lumbreras en esto de la técnica.
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8 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

Estoy seguro que hay un paraíso para los perros donde pueden correr eternamente y habrá un santo, no sé cuál, pero uno que esté constantemente tirándoles palos...

Babunita dijo...

¡¡¡San Antonio Abad y San Roque!!!

Desclasado dijo...

No conocía el poema y te iba a comentar que imitas muy muy bien a los clásicos. Luego ya vi a Don Miguel, palabras mayores.
(He venido a verte para que veas que soy indigesto a los ciervos, jaja).
Beso.

Babunita dijo...

¡¡Cuánto tiempo nos ha tenido privados de su compañía!!

Venancio Iglesias dijo...

Creo que fue la muerte de su perro Remo la que desencadenó la atmósfera de ese poema lleno de preguntas sobre el posible más allá y creo que fue hacia 1900, después de su crisis de conciencia y su renuncia a la fe y su anclaje en la fe de su infancia. Es un poema de factura maravillosa en el que las cuestiones se vuelven obsesivas y el dolor de la pérdida ya no encuentra una esperanza sino una debilísima esperanza que se instala en la duda. Muy bien traído el poema. Los que amamos a los animalitos solemos decir animalitos de Dios por los que Dios mira. Son un estadio evolutivo diferente al nuestro pero participan de lo sagrado que llamamos vida. Babuni. No puedo, con don Miguel, imaginar la vida sin ti, mi cosita pacífica y cariñosa. Besos.

Babunita dijo...

A nosotras, Venan, nos encanta Unamuno, lo que nos ocurre es que no hemos leído tanto Unamuno como tú, bueno no hemos leído tanto de nada como tú, entre otras razones porque no nos ha dado tiempo -ves que he heredado la perversidad de mamy- y tampoco, ni mucho menos podemos analizarlo con la finura que tu lo haces como consecuencia de tu vasto conocimiento del autor y de su obra.

En cualquier caso, en ocasiones como la del pasado sábado aprendemos mucho, alimentamos mucho el alma, y, por supuesto también el cuerpo.

¡¡¡Mil gracias por esos pedazotes de carne!!!

Carmen J. dijo...

Doña Babu. Dígale a su Mammy que ponga algo más alegre. No sé, vd royendo un hueso, o con un sombrero y un bastón bailando claqué.

Ande, Doña Babu, hágame este favor.

Curra.

Babunita dijo...

Querida Curra:

Mamy ha estado sin poner un huevo en casa durante las últimas dos semanas, para más el viernes, cuando se disponía a dejarme el ordenador y poder yo hacer una entrada, nos atacó un virus maligno el sistema de arranque, así que, salimos corriendo a las urgencias tecnológicas...

A lo largo de hoy colgaremos buenas nuevas!!

Babu.