miércoles, 19 de junio de 2013

El Cielo Gatuno

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El cielo gatuno es lugar ideal tanto para gatos, que se pasan el día persiguiendo mariposas, pajaritos y rayos de sol, como para perros gatuneros como yo. Hay que reconocer que nadie, escepto mamy, te limpia mejor las legañas que una gatita dedicada, la diferencia está en que mamy te las limpia con agua, que es como asquerosillo, y una gatita relimpia como las nuestras, lo hace con su lengua ¡dónde va a parar!
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Kira en uno de sus sitios favoritos, la ventana suroeste del sol.
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Nuestra Kirita, esta mañana temprano, se nos ha ido al Cielo Gatuno, dormía con mamy por estar malita y dice mamy que se ha ido como era ella, calladita, calladita y dulcemente. Nos ha acompañado muy poco tiempo, no ha llegado a cumplir dos años, y la echaremos muchísimo de menos, sobre todo Edith, que desde los días siguienes a su llegada la adoptó como hijita suya y la aseaba con dedicación y esmero, dormían juntas, comían en comandita y, en fin, gatuneaban todo el día:
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Kira y Edith en la Cunas del Armario.
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Esta tarde iremos a enterrarla en La Huerta de Tizón, le pondremos una lapidita con su nombre y, dice mamy, que sembraremos caléndulas para que tenga flores casi todo el año. Kira, todos te queremos un montón y te recordaremos siempre por ser una gatita tan buena y tan dulce.
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"En medio de la llanura se levantaba un árbol solitario. No tenía hojas. Sus escasas y delgadas ramas no habían detenido a la nieve. Se tendía lleno de vida de una futura primavera, y sus ramas se alzaban como brazos, a la luz de la aurora, sobre una tierra doliente donde hubieran sido posibles tantas cosas.

Kira, tendida en el suelo, en lo alto de una colina, miraba al cielo. Una mano blanca e inmóvil pendía sobre el barranco, y pequeñas gotas de sangre roja iban cayendo lentamente sobre la nieve.

Sonrió. Sabía que iba a morir. Pero ya no le importaba. Había conocido algo que ninguna palabra humana hubiera podido expresar. Ahora lo sabía. Había esperado eso y ahora lo sentía como si hubiera llegado, como si ella lo hubiera vivido. La vida había existido, siquiera porque ella había sabido cómo debía ser, y Kira la sentía ahora como un himno sin música, profunda, bajo la herida que goteaba sobre la nieve, más profunda que su misma sangre. ¿Un momento de etenidad... ? ¿Acaso tenía importancia? La vida, no vencida, existía y tenía que existir.

Y Kira sonrió, en una última sonrisa a todo cuanto hubiera podido ser"

Ayn Rand. Los Que Vivimos.

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