domingo, 31 de enero de 2016

El Tuteo de Don Fernando


¿Somos capaces de calcular cuánto ha costado a la humanidad elaborar el código de conducta civilizada que ahora se desmorona? ¿Qué cantidad de doma tuvo que experimentar la especie para que, por ejemplo, sus crías cedieran su asiento en el autobús los adultos desgastados y a las hembras visiblemente encintas? Nada más simple, en cambio, que ese tirón con que me derribó mi perro al acudir a un olor sexual irresistible; ventajoso, sin embargo, para mi perro, que, al verme en el suelo, vino a lengüetearme el rostro. Lo he recordado hoy cuando, en el Metro, yendo a ocupar un sitio libre, se me ha adelantado de un empujón una niña de siete u ocho años, azuzada por su madre. Al mirarme no era triunfal el destello de sus ojos, sino desdeñoso. No exento, ciertamente, de belleza: la de un animalillo joven contemplando altanero al macho torpe. Todos esos siglos de doma están abocados a un fracaso final. La descarnada lucha, más que por la vida, por la posesión deprisa y a ultranza, aliada con el prestigio de lo natural y lo espontáneo, entendiendo por tal el empellón y la zancadilla y el todos iguales, pero a ver quién puede más, ha supuesto una crisis para las normas que regulaban el trato en la vida social. Normas ciertamente convencionales, incómodas muchas veces, a contrapelo de lo que pide el cuerpo, pero con el mérito de haber sido pensadas en favor de otro. No me refiero, claro es, a las que significaban sumisión a diferencias injustamente impuestas, sino a las que expresaban una voluntad de autocontrol, y a la vez, de respeto a los demás y a sí.
El tuteo, pavorosamente extendido, es una de las manifestaciones más visibles de esta crisis. Al terminar una de mis últimas clases, se me acercó una alumna de fino aspecto; no quiso ofenderme con su pregunta: “¿Has publicado algo sobre esto que nos has dicho?”. Ya era incapaz de entender la diferencia entre nuestros respectivos papeles sociales. [...] Me contaba una dama amiga su estupor cuando, en una clínica de lujo, al disponerse el enfermero a afeitar el pubis a su esposo, preparándolo para una operación, le decía jovial y estimulante: “Hala, que te voy a dejar pelado como un niño”. Su esposo es uno de los más respetables varones de nuestro país; pero no merecía el usted del respeto más que el más pobrecillo paciente, en trance de tanta humillación.
Si en lugares tan serios se tutea a mansalva, cuánto más en el imperio de la trivialidad. Allá van entrevistadores y entrevistadoras de los audiovisuales expeliendo tús como flatos de campechanía, lanzados a diálogo con desconocidos visibles o invisibles, pero fugazmente entrañables, que les corresponden de igual modo, felices por llamar Isabel o Luis a tan famosos durante un minuto. Y si Isabel o Luis entablan coloquio con un importante, pongamos un Nobel; ¡cuánto de su prestigio les alcanzará si lo tratan con ese tú gorrón de famas!

Tal allanamiento empezó entre comunistas y fascistas. La distinción en el trato basada en la distinción entre personas era injuriosa, liberal y elitista. Los camaradas quedaban igualados mediante esa ficción verbal; por supuesto, solo mediante ella, pero satisfacían el resentimiento contra lo superior que nutre tales ideologías. Poco a poco, el igualitarismo de trato ha empapado la sociedad entera, ya sin significado político, pero sí psicosocial. No entra en mis competencias analizarlo, aunque percibo que desempeña diversas funciones. Una muy visible es la de forzar connivencias beneficiosas. El profesor, por ejemplo, que acepta o fomenta el tuteo de sus alumnos puede sentir protegida su posible incompetencia por la camaradería en el aula. El tuteo indiscriminado: anulación de diferencias naturales, trivialización de las relaciones humanas, falso desmantelamiento de la intimidad, destrucción de señales imprescindibles para un funcionamiento social civilizado.
Don Fernando Lázaro Carreter. El Dardo en la Palabra 1990. 


¿Y ustedes qué opinan?


lunes, 25 de enero de 2016

Pinka Alma Máter de Flush


Sin lugar a dudas, el cocker literario  más reconocido es Flush, de Virginia Woolf. Su alma máter, Pinka, cocker real de la escritora, es también moderadamente conocida puesto que aparece con la autora en diferentes fotografías:

Virginia Woolf y Pinka

Virginia Woolf, PInka, Vita Sackville-West y Pippen, 1933

Leonard Woolf y Pinka



jueves, 21 de enero de 2016

Espartanas


A nosotras también nos gustaría haber ido a cazar y encontrarnos con Hércules y con Cadmo... Mamy nos llama espartanas por la mañana, cuando salimos anunciando nuestra presencia a todo ladrido:


TESEO.-Vamos, que uno de vosotros busque al guardabosque. Ya hemos cumplido nuestros ritos; y como aún estamos en la vanguardia del día, quiero que mi muy amada oiga el concierto de mis lebreles. Soltadlos en el valle occidental, digo, y traedme al momento al guardabosque. Ahora vamos, bella reina, a la cumbre de la montaña, y desde allí prestaremos oído a la confusión armoniosa de los perros y del eco reunidos.

HIPÓLITA.-Cierto día me encontré con Hércules y con Cadmo, cuando cazaban osos en un bosque de Creta, con perros de Esparta. Nunca he oído más alegre bullicio; no solamente la selva, sino también el cielo, las fuentes y todos los campos de las cercanías parecían confundirse en un mutuo acento. Jamás he oído disonancia tan musical, trueno tan armonioso.

TESEO.-Mis sabuesos son de raza espartana; tienen largas mandíbulas y rufo el pelo; sus orejas colgantes barren el rocío de la mañana; las piernas arqueadas y una papada como los toros de Tesalia. Son lentos en perseguir, pero sus ladridos parecen tañidos acordados de campanas. Nunca en Creta, Esparta o Tesalia se dio la señal del alalí con mayor armonía de gritos, ni respondieron más alegres las llamadas de las trompas. Juzgádlo cuando lo oigáis... 

EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO. William Shakespeare

Acto Cuarto, Escena Primera, Entrada Tercera


Hércules lucha contra Geriones y su perro Ortro yace muerto 
Vaso calcídico  540 a.C.









sábado, 16 de enero de 2016

Colonia


Hace un año se leía en los medios la noticia del 40 aniversario del concierto de la mejor improvisación jazzística de vanguardia, Keith Jarrett The Köln Concert, y que, bajo nuestra opinión, no ha sido superada.
Es descorazonador el motivo por el que, en estos días tenemos a Colonia en nuestras mentes. Los responsables de los actos son los inmigrantes delincuentes, los culpables de que ocurra son las autoridades occidentales que bajo la moralidad relativista que nos gobierna, lo permite.

Keith Jarret, The Köln Concert

martes, 12 de enero de 2016

Niebla



Unamuno y Barry, Torrelavega 1931

Hace unos días se cumplieron los 80 años de la muerte del Sr. Unamuno. Vds. ya saben que a mi me encanta Unamuno, en Niebla además está Orfeo. A Orfeo se le ha analizado literariamente reiteradamente, no obstante, no hacía falta, Unamuno quizá se atormentara mucho con el ser humano, pero, desde luego, sabía muy bien que esperar del ser perruno y tal vez lo único que anhelara fuera algo más de perruno en el humano... En Niebla, ya antes de la aparición de Orfeo como compañero inseparable de Augusto en el capítulo V, aparece la figura del perro a modo de oráculo, en una ocasión y en transfiguración mitológica en una segunda durante el capítulo I que les dejamos con la esperanza de que, si no han leído Niebla, lo hagan a lo largo de este 2016. 


NIEBLA CAPÍTULO I

Al aparecer Augusto a la puerta de su casa extendió el brazo derecho, con la mano
palma abajo y abierta, y dirigiendo los ojos al cielo quedose un momento parado en
esta actitud estatuaria y augusta. No era que tomaba posesión del mundo exterior,
sino era que observaba si llovía. Y al recibir en el dorso de la mano el frescor del
lento orvallo frunció el sobrecejo. Y no era tampoco que le molestase la llovizna, sino
el tener que abrir el paraguas. ¡Estaba tan elegante, tan esbelto, plegado y dentro
de su funda! Un paraguas cerrado es tan elegante como es feo un paraguas abierto.
«Es una desgracia esto de tener que servirse uno de las cosas –pensó Augusto–;
tener que usarlas, el use estropea y hasta destruye toda belleza. La función más
noble de los objetos es la de ser contemplados. ¡Qué bella es una naranja antes de
comida! Esto cambiará en el cielo cuando todo nuestro oficio se reduzca, o más bien
se ensanche a contemplar a Dios y todas las cosas en Él. Aquí, en esta pobre vida,
no nos cuidamos sino de servimos de Dios; pretendemos abrirlo, como a un
paraguas, para que nos proteja de toda suerte de males.»
Dijose así y se agachó a recogerse los pantalones. Abrió el paraguas por fin y se
quedó un momento suspenso y pensando: «y ahora, ¿hacia dónde voy?, ¿tiro a la
derecha o a la izquierda?» Porque Augusto no era un caminante, sino un paseante de
la vida. «Esperaré a que pase un perro –se dijo– y tomaré la dirección inicial que
él tome.»
En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se
fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto.
Y así una calle y otra y otra.
«Pero aquel chiquillo –iba diciéndose Augusto, que más bien que pensaba hablaba
consigo mismo–, ¿qué hará allí, tirado de bruces en el suelo? ¡Contemplar a alguna
hormiga, de seguro! ¡La hormiga, ¡bah!, uno de los animales más hipócritas! Apenas
hace sino pasearse y hacernos creer que trabaja. Es como ese gandul que va ahí, a
paso de carga, codeando a todos aquellos con quienes se cruza, y no me cabe duda
de que no tiene nada que hacer. ¡Qué ha de tener que hacer, hombre, qué ha de
tener que hacer! Es un vago, un vago como... ¡No, yo no soy un vago! Mi
imaginación no descansa. Los vagos son ellos, los que dicen que trabajan y no hacen
sino aturdirse y ahogar el pensamiento. Porque, vamos a ver, ese mamarracho de
chocolatero que se pone ahí, detrás de esa vidriera, a darle al rollo majadero, para
que le veamos, ese exhibicionista del trabajo, ¿qué es sino un vago? Y a nosotros
¿qué nos importa que trabaje o no? ¡El trabajo! ¡El trabajo! ¡Hipocresía! Para trabajo
el de ese pobre paralítico que va ahí medio arrastrándose... Pero ¿y qué sé yo?
¡Perdone, hermano! –esto se lo dijo en voz alta–. ¿Hermano? ¿Hermano en qué?
¡En parálisis! Dicen que todos somos hijos de Adán. Y este, Joaquinito, ¿es también
hijo de Adán? ¡Adiós, Joaquín! ¡Vaya, ya tenemos el inevitable automóvil, ruido y
polvo! ¿Y qué se adelanta con suprimir así distancias? La manía de viajar viene de
topofobía y no de filotopía; el que viaja mucho va huyendo de cada lugar que deja y
no buscando cada lugar a que llega. Viajar... viajar... Qué chisme más molesto es el
paraguas... Calla, ¿qué es esto?»
Y se detuvo a la puerta de una casa donde había entrado la garrida moza que le
llevara imantado tras de sus ojos. Y entonces se dio cuenta Augusto de que la había
venido siguiendo. La portera de la casa le miraba con ojillos maliciosos, y aquella
mirada le sugirió a Augusto lo que entonces debía hacer. «Esta Cerbera aguarda –
se dijo– que le pregunte por el nombre y circunstancias de esta señorita a que he
venido siguiendo y, ciertamente, esto es lo que procede ahora. Otra cosa sería dejar
mi seguimiento sin coronación, y eso no, las obras deben acabarse. ¡Odio lo
imperfecto!» Metió la mano al bolsillo y no encontró en él sino un duro. No era cosa
de ir entonces a cambiarlo, se perdería tiempo y ocasión en ello.
–Dígame, buena mujer –interpeló a la portera sin sacar el índice y el pulgar del
bolsillo–, ¿podría decirme aquí, en confianza y para inter nos, el nombre de esta señorita
que acaba de entrar?
–Eso no es ningún secreto ni nada malo, caballero.
–Por lo mismo.
–Pues se llama doña Eugenia Domingo del Arco.
–¿Domingo? Será Dominga...
–No, señor, Domingo; Domingo es su primer apellido.
–Pues cuando se trata de mujeres, ese apellido debía cambiarse en Dominga. Y si
no, ¿dónde está la concordancia?
–No la conozco, señor.
–Y dígame... dígame... –sin sacar los dedos del bolsillo–, ¿cómo es que sale así
sola? ¿Es soltera o casada? ¿Tiene padres?
–Es soltera y huérfana. Vive con unos tíos...
–¿Paternos o maternos?
–Sólo sé que son tíos.
–Basta y aun sobra.
–Se dedica a dar lecciones de piano.
–¿Y lo toca bien?
–Ya tanto no sé.
–Bueno, bien, basta; y tome por la molestia.
–Gracias, señor, gracias. ¿Se le ofrece más? ¿Puedo servirle en algo? ¿Desea le
lleve algún mandado?
–Tal vez... tal vez... No por ahora... ¡Adiós!
–Disponga de mí, caballero, y cuente con una absoluta discreción.
«Pues señor –iba diciéndose Augusto al separarse de la portera–, ve aquí cómo
he quedado comprometido con esta buena mujer. Porque ahora no puedo
dignamente dejarlo así. Qué dirá si no de mí este dechado de porteras. ¿Conque...
Eugenia Dominga, digo Domingo, del Arco? Muy bien, voy a apuntarlo, no sea que se
me olvide. No hay más arte mnemotécnica que llevar un libro de memorias en el
bolsillo. Ya lo decía mi inolvidable don Leoncio: ¡no metáis en la cabeza lo que os
quepa en el bolsillo! A lo que habría que añadir por complemento: ¡no metáis en el
bolsillo lo que os quepa en la cabeza! Y la portera, ¿cómo se llama la portera?»
Volvió unos pasos atrás.
–Dígame una cosa más, buena mujer...
–Usted mande...
–Y usted, ¿cómo se llama?
–¿Yo? Margarita.
–¡Muy bien, muy bien... gracias!
–No hay de qué.
Y volvió a marcharse Augusto, encontrándose al poco rato en el paseo de la
Alameda.
Había cesado la llovizna. Cerró y plegó su paraguas y lo enfundó. Acercóse a un
banco, y al palparlo se encontró con que estaba húmedo. Sacó un periódico, lo
colocó sobre el banco y sentóse. Luego su cartera y blandió su pluma estilográfica.
«He aquí un chisme utilísimo –se dijo–; de otro modo, tendría que apuntar con
lápiz el nombre de esa señorita y podría borrarse. ¿Se borrará su imagen de mi
memoria? Pero ¿cómo es? ¿Cómo es la dulce Eugenia? Sólo me acuerdo de unos
ojos... Tengo la sensación del toque de unos ojos... Mientras yo divagaba líricamente,
unos ojos tiraban dulcemente de mi corazón. ¡Veamos! Eugenia Domingo,
sí, Domingo, del Arco. ¿Domingo? No me acostumbro a eso de que se llame Domingo...
No; he de hacerle cambiar el apellido y que se llame Dominga. Pero, y
nuestros hijos varones, ¿habrán de llevar por segundo apellido el de Dominga? Y
como han de suprimir el mío, este impertinente Pérez, dejándolo en una P, ¿se ha de
llamar nuestro primogénito Augusto P Dominga? Pero... ¿adónde me llevas, loca
fantasía?» Y apuntó en su cartera: Eugenia Domingo del Arco, Avenida de la
Alameda, 58. Encima de esta apuntación había estos dos endecasilabos:
De la cuna nos viene la tristeza
y también de la cuna la alegria...
«Vaya –se dijo Augusto–, esta Eugenita, la profesora de piano, me ha cortado
un excelente principio de poesía lírica trascendental. Me queda interrumpida.
¿Interrumpida?... Sí, el hombre no hace sino buscar en los sucesos, en las vicisitudes
de la suerte, alimento para su tristeza o su alegría nativas. Un mismo caso es triste o
alegre según nuestra disposición innata. ¿Y Eugenia? Tengo que escribirle. Pero no
desde aquí, sino desde casa. ¿Iré más bien al Casino? No, a casa, a casa. Estas
cosas desde casa, desde el hogar. ¿Hogar? Mi casa no es hogar. Hogar.. hogar...
¡Cenicero más bien! ¡Ay, mi Eugenia!» Y se volvió Augusto a su casa.

viernes, 8 de enero de 2016

Mezquinos y Psicópatas


Nosotras somos obedientes y ayer por orden de C&C en un tweet, nos fuimos corriendo a leer esto del niño desgraciaito, al rato vimos en las noticias como unos cabrones de unos 14 años de edad en Fuentes, Cuenca, daban una patada a un gatito y lo lanzaba a unos 40 metro mientras lo grababan, lo subía a las redes y se regodeaba en la agonía del pobre animalito, que, boca arriba movía las patitas con espasmos, con toda probabilidad se le ha partido el cuello y eran sus últimos movimientos convulsivos. El gatito boqueaba en su instinto por moverse. No hemos podido encontrar el vídeo "limpio" para ponerlo, sino que todos los que aparecen están acompañados de la solución que cada uno aporta, así que hemos preferido no ponerlo, en cualquier caso en el buscador youtube: "Fuentes-Cuenca-Gato" y podéis verlo, lo emitieron en 13TV noticias de la noche, el caso es de junio y el motivo por el que salía en las noticias, al parecer es que, después de la denuncia interpuesta por PACMA se les ha abierto un "Expediente de Menores", esto es, la fiscalía se persona como acusación y, en nombre de la sociedad, se le da una regañina: "Niños malos, eso no se hace, caca".

Bien, en ninguno de los casos ocurrirá nada, en el primero, como queda reflejado en los comentarios de la entrada y como bien dice Desgraciaíto, aunque las autoridades que hagan el atestado del accidente y retiren el cadáver del animalito y se molestaran en buscar el chip identificativo obligatorio, habría que demostrar intencionalidad en el abandono. otra cosa es, que la compañía de seguros de Desgraciaíto, a través de la identificación del animalito pida los daños correspondientes a la persona que figure como titular en la cartilla sanitaria. Ojalá sea así, quizá de este modo ese cretino al menos, no lo repetirá.

Por otro lado, los psicópatas estos de Cuenca, acabarán apaleando a su novia o a quién se les cruce en el camino, porque un psicópata no se cura dándole palmaditas en la espalda y diciéndole y razonándole que sea bueno y que no está bien maltratar a los animales. Las chicas de PACMA que amablemente atendieron a mamy esta mañana por teléfono, estaban muy contentas por la resolución porque "con esto se les va a educar en el respeto a los animales", mamy se asombra de la candidez de estas chicas. Un niño de cualquier edad sabe perfectamente que no es una conducta correcta golpear a un animalito, bien distinto es que los niños pequeños, de menos de seis años, en su emoción por coger a los perritos o los gatitos les aprieten sin controlar sus fuerza o les agarren por la cola. Si cualquiera observa en un niño, por pequeño que sea, otra intencionalidad, es decir, la de dañar al animalito, ahí tiene Vd. un psicópata. Un psicópata debe ser apartado y discriminado de la sociedad, porque una psicopatía, por mucho que se empeñen los demagogos, no es otra cosa que maldad en estado bruto o refinado, dependiendo del tiempo que se les deje actuar impunemente o de las luces del individuo en si.

Captura del Vídeo en el momento en el que el grandísimo cabrón entre la jarana de otros cabrones se dispone a cometer el gaticidio.


PS: En ocasiones, a las cosas hay que llamarlas por su nombre, así que sentimos tener que utilizar el lenguaje empleado en esta entrada.


domingo, 3 de enero de 2016

El Ser. Parménides de Elea


Las yeguas que me llevan me condujeron hasta la meta de mi corazón, pues que en su carrera me trasportaron hasta el famoso camino de la deidad que, solo, lleva a través de todo al hombre iniciado en el saber. Hasta allí fui llevado, pues hasta allí me llevaron las muy inteligentes yeguas que tiran de mi carro, mientras que unas doncellas me enseñaban el camino.

El eje, inflamándose en los cubos, impelido de ambos lados por las dos redondas ruedas, lanzaba un grito de siringa, en tanto se apresuraban por conducirme hasta la luz las doncellas del Sol, dejando atrás las moradas de la Noche, quitándose con las manos de las cabezas los velos.

Allí están las puertas de los caminos de la Noche y del Día, sujetas entre un dintel y un umbral de piedra, altas hasta el éter, cerradas con ingentes hojas, de las que la Justicia fecunda en penas guarda las llaves maestras.

Induciéndola con blandas razones, las doncellas la convencieron inteligentemente de que sin tardanza les quitase de las puertas la barra sujeta con un cerrojo. Y las puertas abrieron una boca inmensa al desplegar las alas y hacer girar sucesivamente en los quicios sus ejes de fuerte bronce, sujetos con clavijas y pernos. Allá, pues, a través de las puertas, guiaron en línea recta las doncellas por la calzada carro y yeguas.

Y la diosa me acogió benévolamente. Tomó mi mano derecha en la suya y me habló dirigiéndome estas palabras:

Oh, joven, que en compañía de inmortales conductores y traído por esas yeguas arribas a nuestra morada, salud, pues que no es un destino aciago quien te impulsó a recorrer este camino, que está, en efecto, fuera del trillado por los hombres, sino la ley y la justicia. Mas necesidad es que te informes de todo, tanto del intrépido corazón de la Verdad bien redonda, cuanto de las opiniones de los mortales, en las que no hay una fe verdadera. Pero en todo caso aprenderás también esto, cómo necesitaban haber puesto a prueba cómo es lo aparente, recorriéndolo enteramente todo.

Mas tú, de este camino de busca aparta el pensamiento que pienses, no te fuerce el hábito preñado de experiencia a entrar por este camino, moviendo ciegos ojos y zumbantes oídos y lengua, antes juzga con la razón la muy debatida argumentación por mí expuesta. Una sola posibilidad aún de hablar de un camino queda.

Sin embargo, considera firmemente con el pensamiento lo ausente como presente. Porque no cortarás a lo que es de su contacto con lo que es, ni esparcido por todas las partes del mundo, ni recogido.

Igual me es todo punto de partida, pues he de volver a él.

 Pero ven, y te diré, y tú retén las palabras oídas, qué únicos caminos de busca son pensables. El uno, que es y que no es posible que no sea, es la vía de la Persuasión, pues sigue a la Verdad. El otro, que no es y que necesario es que no sea, éste, te digo, es un sendero ignorante de todo. Porque ni puedes conocer lo que no es, pues no es factible, ni expresarlo.

 Pues una misma cosa es la que puede ser pensada y puede ser.

Necesario es que aquello que es posible decir y pensar, sea. Porque puede ser, mientras que lo que nada es, no lo puede. Esto te pido consideres. De este primer camino de busca, pues, te aparto, pero también de aquel por el que mortales que nada saben yerran bicéfalos, porque la inhabilidad dirige en sus pechos el errante pensamiento, y así van y vienen, como sordos y ciegos, estupidizados, raleas sin juicio, para quienes es cosa admitida que sea y no sea, y lo mismo y no lo mismo, y de todas las cosas hay una vía de ida y vuelta.

Pues jamás domarás a ser a lo que no es. Pero tú, de este camino de busca aparta el pensamiento que pienses.

Una sola posibilidad aún de hablar de un camino queda: que es. En este hay muchísimos signos de que lo que es no se ha generado y es imperecedero, pues es de intactos miembros, intrépido y sin fin. Ni nunca fue, ni será, puesto que es, ahora, junto todo, uno, continuo. Porque ¿qué origen le buscarás? ¿cómo, de dónde habría tomado auge? De lo que no es, no te dejaré decirlo ni pensarlo, pues no es posible decir ni pensar que no es. Y ¿qué necesidad le habría hecho nacer después más bien que antes, tomando principio de lo que nada es? Así, necesario es que sea totalmente, o que no sea.

Ni nunca la fuerza de la fe permitirá que de lo que no es se genere algo a su lado. Por lo cual ni generarse ni perecer le consiente la Justicia, soltando sus cadenas, sino que lo tiene sujeto. Mas el juicio acerca de estos caminos se funda en esta pregunta: ¿es o no es? Pues bien, cosa juzgada es, según es necesidad, dejar el uno como imposible de pensar y nombrar, por no ser un camino verdadero, mientras que el otro es y es veraz. ¿Cómo podría ser más adelante lo que es? ¿Cómo podría haberse generado? Porque si se generó, no es, ni si está a punto de llegar a ser un día. Así, la generación se ha extinguido y es ignorado el perecer.

Tampoco es divisible, puesto que es todo igual, ni hay más en ninguna parte, lo que le impediría ser continuo, ni menos, sino que todo está lleno de lo que es. Por esto es todo continuo: porque lo que es toca a lo que es.

Y, además, está inmóvil entre los cabos de grandes cadenas, sin principio ni cese, puesto que la generación y el perecer han sido arrojados muy lejos, ya que los rechazó la fe verdadera. Es lo mismo, permanece en lo mismo, yace en sí mismo, y, así, permanece, trabados los pies, en el mismo sitio, pues una poderosa necesidad le tiene sujeto en las cadenas del límite que lo detiene por ambos lados. Por lo cual no es lícito que lo que es sea infinito, pues no es carente de nada, mientras que siéndolo carecería de todo.

Lo mismo es aquello que se puede pensar y aquello por lo que existe el pensamiento que se piensa, pues sin aquello que es, y en punto a lo cual es expresado, no encontrarás el pensar. Porque nada distinto ni es, ni será, al lado de lo que es; al menos el Destino lo ató para que fuese entero e inmóvil. Por esto son nombres todo cuanto los mortales han establecido, persuadidos de que son verdaderos: generarse y perecer, ser y no ser, cambiar de lugar, mudar de color brillante.

Y, además, puesto que tiene un límite extremo, está terminado por todas partes, semejante a la masa de una esfera bien redonda, desde el medio igualmente fuerte por todas partes, pues necesario es que no sea ni más fuerte, ni más débil en una parte que en otra. Porque no hay nada que pudiera hacerle dejar de extenderse por igual, ni hay manera de que lo que es pueda ser aquí más y allí menos que lo que es, ya que es todo inexpoliable. Pues aquello desde lo que por todas partes es igual, impera del mismo modo entre los límites.



Detalle De La Escuela De Atenas, Rafael. Parmenides En La Figura Central.